
M. J. Albert | Córdoba www.elpais.com 26/01/2014
Los restos del principal templo latino de la ciudad se reintegran en el tejido urbano. El solar de Los Marmolejos, usado como cantera durante años, puede visitarse por primera vez.
Hace una veintena de siglos llegar a Córdoba desde Roma era un espectáculo. Cuando, tras semanas recorriendo la vía Augusta —la arteria imperial que unía la capital de occidente con la Bética— el viajero distinguía por primera vez su silueta en la lejanía, ya sabía que la Corduba de entonces, refundada como Colonia Patricia, no era una urbe cualquiera. Tras la sombra del enorme circo que daba la bienvenida a la ciudad, como antesala monumental dominaba un enorme templo. Era un centro de culto que destacaba en el entorno y subrayaba el poder político y financiero de la ciudad del Betis, el nombre latino del río Guadalquivir.
El esqueleto y los cimientos de ese templo, siguen dominando hoy parte del paisaje cordobés, redescubierto a mediados del siglo XX y reintegrado en el tejido urbano en el XXI. Y es que, tras décadas oculto, el yacimiento arqueológico y monumental del templo romano de Córdoba recuperó hace un mes el protagonismo del que gozó 2.000 años atrás. Se eliminaron las tapias que lo rodeaban y se sustituyeron por una barandilla minimalista que integra el mundo actual con el romano.