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«Medea»  conserva la violencia del clásico.
La Razón, Madrid, 17 de abril de 2002

Emanuel Cini lleva la tragedia griega a la actualidad con «Medea»

Pradillo estrena la versión de Deconstrucción

Miguel Ayanz - Madrid.-
Medea es uno de esos personajes que forman ya parte de la Historia con Mayúsculas del teatro. Como otros, ha llegado a personificar un atributo: más allá de su propósito inicial, Medea es ya la mejor embajadora de la ira y la venganza, del absurdo, de la traición. La mítica princesa, enamorada de Jasón hasta el punto de abandonar a su familia, y permitir la muerte de su hermano, fue más tarde traicionada por su amado, que eligió desposar, por conveniencia política a la hija del Rey de Corintio, Creonte. Desplazada en el corazón de Jasón, desquiciada y arrastrada por los celos y la desesperación, Medea llegará a asesinar a sus hijos para llamar la atención del príncipe de los argonautas.

La última versión en España de esta tragedia clásica de Eurípides (escrita en el 431 a.C.) lleva la firma de Michael Cacoyanis y Nuria Espert. Ahora, Emanuel Cini, al frente de la compañía Deconstrucción, propone una nueva adaptación, de menor formato, actual y anacrónica, pero igual de violenta y dramática. De origen maltés, Cini nació en 1964, vivió en Iglaterra y hace siete años se estableció en España. Con la joven compañía que ahora dirige, ya ha escenificado una «Bernarda Alba», de Lorca, y «Ansia», de Sarah Kane. Ambas han pasado por Pradillo (la última lo hizo el pasado febrero).

Actualizada (los personajes visten ropas de hoy en día), y situada en un lugar cualquiera indefinido (aunque conserva ciertas referencias clásicas, como expresiones en las que se clama a los dioses griegos), esta «Medea» carece de «florituras del lenguaje», cuenta Cini, a quien le gusta adaptar desde cero cada obra que prepara. «Es como si fuera una Medea de Vallecas o de Murcia», explica el director, y recuerda algunos casos recientes en la historia de la crónica de sucesos de nuestro país. «Aquí no aparece el carro del sol para llevársela al final, es el mismo acto de matar a sus hijos lo que la pone por encima del alcance de todos», añade.

Ni víctima ni heroína

«Hemos tratado de que Medea no aparezca como una loca ni una creída, sólo como una mujer que ha sacrificado todo lo que tiene por el hombre al que quiere», describe el director, y elimina todo juicio: «No es ni una víctima ni una heroína, sólo alguien empujada a una conclusión inevitable». Adaptaciones aparte, Cini no ha rebajado su carga emocional: «Obviamente es Medea», advierte, y añade que «se trata de una lectura dura de la obra»: «Pretendemos enfatizar los elementos con que podemos conectar hoy en día. Básicamente: hombre deja a mujer, mujer se siente traicionada y se venga», explica el responsable de la obra. La pieza y sus constantes ¬violencia doméstica, asesinatos, odio¬ se imponen al paso de los siglos y aún ofrecen un buen retrato social, «cualquier obra dramática, ya sea Chéjov o Eurípides, lo hace. Sirve de poco si no sale de su tiempo», asegura Cini.

Isabel Ávila da vida a Medea, y Gonzalo Jiménez se mete en la piel de Jasón (aqui pronunciado «lleison», a la americana, según Cini). Les acompañan doce actores más, entre ellos Carlos Rega (Creonte), Rubén Torres (Egeo), Jimena Serrano (la criada) y los niños Víctor Elías y Belén Abollado. «Medea». Teatro Pradillo (Pradillo, 12. Tlf. 914 169 011). Madrid. De jueves a domingo, 20:30 h. Del 18 al 28 de abril.


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