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Andalucia24horas.com, 3 de febrero de 2002

El rector de la Universidad de Huelva traduce "Amores" de Ovidio como canto al "gatillazo"

El rector de la Universidad de Huelva, Antonio Ramírez de Verger (Carmona, Sevilla, 1949), ha traducido los "Amores" (Alianza) de Ovidio, que incluyen un canto al "gatillazo", ya que, como dijo el rector, este poeta se tomó el amor con tal deportividad que "era capaz de reirse de su propia impotencia".

"Gatillazo es un término muy español", dijo Ramírez de Verger, quien lo ha utilizado para titular una de las subdivisiones de "Amores", ya que Ovidio no puso estos títulos con los que su traductor ha querido resumir el argumento de cada una de estas partes de la obra, si bien confesó no haber encontrado un término latino que le sea equivalente.

El traductor aseguró que no fue Ovidio el primero en cantar el gatillazo, sino los epigramatismas griegos, aunque fue el romano el que lo hizo "con más gracia y con mayor extensión, porque se ríe de él mismo y es muy irónico; cuando él escribió esta obra ya había escuchado a los grandes románticos e idealistas de su época, como Propercio, pero Ovidio era un "bon vivant" y se reía de ellos en su propia cara; se cachondeó de ellos con una visión muy realista".

En "El arte de amar" además, añadió el rector con cierta ironía, "veo yo que este hombre conocía muy bien la psicología de las mujeres, si es que eso es posible, claro".

Con este conocimiento y esta visión del mundo, según Ramírez de Verger, Ovidio se dijo a sí mismo "vamos a disfrutar del amor y amos a dejarnos de rollos y de idealismos y tonterías".

Ovidio no parecía discriminar por cuestión de belleza: "Canta a todas las mujeres, le gustan todas, y da consejos por ejemplo a las que son pequeñitas o tienen defectos, y les dice se tapen bien".

Los escritos de Ovidio, según Ramírez de Verger, no iban dirigidos "ni a la mujer tradicional ni a la gente de bien, sino a un público diferente, las meretrices de alto copete, que no sólo vendían su cuerpo sino también un periodo de tiempo, durante el que podían acompañar a un hombre uno o dos años si les pagaba".

"En Salustio, en "La Conjuración de Catilina", en el capítulo 25, hay una descripción de este tipo de mujeres, en concreto de una que se llamaba Sempronia, muy atractiva, provocativa, que solicitaba a los hombres, pero que también sabía componer poesía, tocar música y mantener una conversación literaria de gran altura; eran mujeres muy preparadas", añadió.

Ovidio perteneció a una sociedad urbana de buena clase y si el poeta joven quería disputar estas mujeres a los hombres ricos ofrecía poesía a estas cortesanas de lujo "y, por extensión, inmortalidad", según el rector.
La visión de Ovidio de que lo primero que hay que hacer en el amor es lanzarse, independientemente de que la mujer amada esté casada o dependa por otro tipo de contrato de un hombre, le valió el exilio, ya que "como Augusto, tras vencer a Marco Antonio y Cleopatra, inicia una reforma de costumbres, en la que tenía como abanderados a Horacio y Virgilio, pero no a Ovidio, que se le escapaba, le castigó con el destierro a Tomis, la actual Constanza".

El rector aseguró que libros como "Amores", "El arte de amar" o "Remedios de amor", títulos de los que también ha efectuado una nueva traducción y que publicará próximamente, son aconsejables "para quienes busquen erotismo, porque pueden encontrar una forma de entender el amor muy diferente a la de la cultura judeocristiana; una forma de ver el mundo del erotismo más natural, como se está volviendo a ver ahora; no son obras chabacanas ni pornográficas".

Además, en Ovidio "se dan todos los clichés amatorios, y eso es importante, porque parece que la copla, las canciones modernas, el teatro y la literatura han inventado en ese terreno, pero todo eso estaba ya inventado; a la literatura latina pertenece mucho de lo que está en el fondo de nuestra cultura occidental, y todo ese fondo amatorio del flechazo, el mal de amores".


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