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4 de noviembre de 2002

ABC, Madrid

Rávena abre al público los mosaicos de la «Domus de las Alfombras de Piedra»

Mosaico del buen pastor. Foto ABC

JUAN VICENTE BOO. CORRESPONSAL

La capital del Imperio Romano de Occidente añade a sus famosos mosaicos bizantinos una bellísima colección anterior, de época tardorromana
ROMA. Al cabo de 1.700 años, el pavimento de mosaico de una rica villa romana ha vuelto a la luz en Rávena, añadiendo otra joya a una ciudad famosa por los mosaicos bizantinos de Justiniano y Teodora, así como los del Bautismo de Jesús. El museo, construido bajo tierra para mostrarlos al público en su lugar original, evoca el ambiente de la «Domus de las Alfombras de Piedra», como la bautizó Federico Zeri cuando se descubrieron los primeros en 1993.

Un laborioso trabajo subterráneo en continua lucha contra el acuífero en el que se está hundiendo la ciudad de Rávena, ha permitido sacar a la luz nada menos que 1.800 metros cuadrados de mosaicos de diversas épocas entre los siglos III y IV después de Cristo. Los más antiguos se encuentran a siete metros de profundidad, y entre ellos destacan el desenfadado «Buen Pastor» y la alegre «Danza de los genios de las estaciones». Rávena comenzó a jugar un papel importante desde que el emperador Augusto construyó en Classis la primera base naval del Imperio Romano, pero inició su esplendor artístico tres siglos después, cuando se convirtió en capital del Imperio Romano de Occidente y uno de los lugares más cultos del Mediterráneo. El primero de los mosaicos que componen el moderno museo subterráneo apareció por casualidad en 1993 cuando se excavaba para construir un garaje.

A partir de entonces, la elegantísima villa de un magistrado fue entregando tesoro tras tesoro: mosaicos de mármol en «opus sectile», y mosaicos clásicos de teselas con dorados y vitrificados que las hacen brillar como si un artesano hubiese apenas terminado de instalarlos unas horas antes. El recorrido por la «Domus de las Alfombras de Piedra» está pensado para sorprender al visitante que se interna en la oscuridad bajando por una escalera estrecha. El itinerario se realiza a través de pasarelas y en grupos reducidos, con la iluminación limitada en cada momento al área circundante. Tan sólo al final se ilumina todo el complejo subterráneo y aparece el esplendor de las «Alfombras de Piedra» con motivos geométricos y figurativos. El techo, a más de tres metros de altura, resulta un poco bajo, pero se ha hecho «desaparecer» en la medida de lo posible pintándolo de azul oscuro como en el mausoleo de Gala Placidia, uno de los personajes históricos que reposan en Rávena como el emperador bárbaro Teodorico y el poeta Dante Alighieri, exiliado forzosamente de su Florencia natal.

La conservadora del museo, María Grazia Maioli, señala que la mayor dificultad práctica para excavar los mosaicos y construir la estructura del museo «fueron las infiltraciones de agua, pues Rávena sigue hundiéndose y aquí estamos muy por debajo del manto acuífero. Hemos creado un sistema de drenaje avanzado, pero, en caso de catástrofe, tenemos un plan para levantar los mosaicos y sacarlos a la superficie. Son un tesoro único».


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