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22-04-2003

ROSA MARÍA ECHEVERRÍA, ABC, Madrid

Lou Marinoff acerca la filosofía a la vida en su libro «Pregúntale a Platón»
Ha descubierto una línea narrativa, donde a través de casos reales, el lector consigue integrar la filosofía en su propio entorno y establecer sus conclusiones
 

MADRID. Con su libro «Más Platón y menos Prozac» (Ediciones B) traducido a 21 idiomas y con más de 200.000 ejemplares vendidos, consiguió que la filosofía se internara por los recónditos caminos del corazón, calmara los sufrimientos de los hombres y respondiera a las urgencias del amor. Su nuevo libro, «Pregúntale a Platón. Cómo la filosofía puede cambiar tu vida» (Ediciones B), el profesor de Filosofía en el City College de Nueva York parece seguir la misma trayectoria. El hecho es que nuestro mundo cambia muy deprisa. Antes, la gente acudía a la consulta del psiquiatra, hoy a la del filósofo. Antes la gente tomaba pastillas, hoy necesita poner en marcha el motor del pensamiento a través del asesoramiento filosófico.

Considera Lou Marinoff que los problemas de nuestra sociedad son los mismos desde los orígenes de la humanidad, porque «si uno se plantea qué es el amor o la guerra de los sexos, esos temas se encuentran ya planteados en los escritos de la antigüedad, pero en nuestro tiempo prevalece, por una parte, la búsqueda de la espiritualidad y, por otra, surge la duda de si las máquinas dominan nuestras vidas».

Entiende que los seres humanos hemos perdido nuestro lugar en el mundo, lo cual plantea una serie de desequilibrios. «La relación con las máquinas nos lleva a perder nuestro lado humano, comenta. No hay nada más irritante que hacer una consulta por teléfono y que te salga una voz mecánica con la que no puedes establecer ninguna relación. Ahora que nos alejamos de la religión, estamos rindiendo culto a ese terrible dios de la cibernética». Opina que «la televisión afecta a la capacidad de procesar el lenguaje, puesto que sólo a través de la lectura de un libro se mantiene un proceso lógico. Por lo tanto, la cultura ha descendido de modo alarmante. Por ejemplo, antes era muy normal que las familias se reunieran y tocaran un instrumento musical. Ahora se colocan los cascos y se olvidan. No existe comunicación».

Asegura que absolutamente todos los casos que describe en sus libros son reales y afirma que «tan sólo he cambiado sus nombres y algún dato para evitar que se identifiquen».

Uno de los temas más preocupantes, a su juicio, es la degradación del amor. «El intenso trabajo, muchas veces no permite espacio para el amor y esto desequilibra al ser humano. La familia es un factor determinante para conseguir ese equilibrio. Un niño necesita estar educado por su padre y por su madre, no por una sola persona. Por eso resulta vital para cada uno de nosotros y para la sociedad la duración de los matrimonios. Yo estoy chapado a la antigua».

 

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