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26-08-2003

BELÉN RODRIGO ● ABC, Madrid

Lisboa, a través de su arqueología

El núcleo arqueológico de la «Rua Augusta» se remonta a los siglos V-III a.C. y permite al visitante conocer, a través de sus vestigios arqueológicos, la historia y expansión de las calles, edificios y excelentes comunicaciones lisboetas

LISBOA. Pasa desapercibido para la mayor parte de los habitantes y turistas de Lisboa y, sin embargo, es una de las joyas arquitectónicas de la capital lusa, ubicada en pleno centro de la ciudad. El núcleo arqueológico de la «Rua dos Correiros» se remonta a los siglos V-III a.C.  y nos permite recorrer la historia y expansión de las calles y edificios lisboetas. La proximidad del mar y el estuario del Tajo convirtieron a habitantes de Lisboa en privilegiados que contaban con ricas fuentes de alimentación y excelentes comunicaciones. Por esa razón la ciudad creció en dirección al río y surgió un barrio portuario y comercial del que todavía hoy quedan restos.

Diecisiete arqueólogos

El Banco Comercial Portugués promovió una intervención arqueológica antes de diseñar el proyecto arquitectónico que le permitiría instalarse en un viejo edificio adquirido en la zona de la Baixa. Entre 1991 y 1995 se excavaron cerca de 850 metros cuadrados a una profundidad media de 3,50 metros, lo que equivale a 3.000 metros cúbicos de tierra, y afloraron cerca de 800 estratos arqueológicos. El trabajo llevado a cabo por diecisiete arqueólogos y técnicos, así como el de numerosos investigadores, demostró que las ruinas encontradas poseían un valor considerable que no daba lugar a dudas de la necesidad de continuar estudiando la zona. De manera que la entidad financiera lusa decidió edificar en la Rua Augusta su sede central, integrando también las estructuras arqueológicas, que pueden ser visitadas gratuitamente acompañados de un guía.

Los objetos más antiguos encontrados bajo tierra datan del siglo III a.C., procedentes del contacto con pueblos de origen oriental, pero bajo la influencia política y económica de Cartago: cerámica gris, barniz rojo o ánforas ibero-púnicas son sólo algunos ejemplos lo hallado. Más abundantes son los vestigios romanos de la época en que la Olisipo (ciudad) fue tomada en 138 a.C. por Décimo Junio Bruto, gobernador de Hispania Ulterior. Con las excavaciones se llegó a una necrópolis de ritos mixtos de inhumación e incineración e incluso áreas de cremación.

Salar y conservar el pescado

Olisipo tuvo a finales del siglo I a.C. una funcionalidad marcadamente industrial y gran parte de la zona excavada está ocupada por estructuras integradas en el complejo industrial de salazón y conserva de preparados piscícolas (garum, liquem, muria...) Son muy abundantes los restos de cerámico recogidos en las excavaciones, que están formados por cerámica constructiva, cerámica común y ánforas, todos en muy buen estado. Tras el siglo V, esta zona de Lisboa experimentó un gran abandono y de esa época ha sido hallada una sepultura aislada con los restos de una persona. Tampoco faltan los restos de la ocupación islámica (candiles y fragmentos cerámicos de cuerda seca), ni de la época medieval (jarros para vino) ni del período «pre-pombalino», de gran expansión ultramarina.

Y no menos interesantes son los registros arqueológicos del terremoto que azotó Lisboa el 1 de noviembre de 1755, así como los vestigios relacionados con la arquitectura posterior a la catástrofe que dio lugar a la Lisboa pombalina. En fin, la historia de Lisboa puede ser contada con sencillez y muy gráficamente a partir de sus vestigios arqueológicos, que nos permiten apreciar todavía más la bella ciudad que tenemos ante nuestros ojos.

 

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