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20/12/03

A. VENTURA | GIJÓN ● www.elcomerciodigital.com

Una exposición invita a conocer el puerto de Gijón en la época de los romanos
La muestra recorre las rutas comerciales del Cantábrico desde el siglo IV a. C. hasta la invasión normanda Permanecerá abierta en la Antigua Rula desde el martes hasta el 14 de marzo
 
Los romanos no se decidieron a penetrar en el Cantábrico hasta el siglo IV antes de Cristo, temerosos de que bajo sus revueltas aguas ocultase monstruos. De hecho, llegaron a bautizarlo como el «mare tenebrosum». Sin embargo, la civilización romana dejó a lo largo de la cornisa Cantábrica numerosas huellas de su legado, en forma de ánforas, pesos de red y anclas, testigos de la actividad comercial a lo largo de los puertos de cabotaje del norte de Hispania y piezas centrales de una exposición en la Antigua Rula.

Organizada por la Autoridad Portuaria, la muestra permanecerá abierta desde el próximo martes hasta el 14 de marzo. Su título -'Gijón, Puerto Romano. Navegación y Comercio en el Cantábrico durante la Antigüedad'- da pistas sobre el contenido, que gira en torno a los orígenes romanos de El Musel, que pronto emergió como un importante fondeadero de barcos de cierta envergadura. Así, mientras que los pequeños botes pesqueros atracaban en el viejo arenal de la Trinidad (en lo que hoy es el Puerto Deportivo), las embarcaciones romanas se protegían de las embestidas del Cantábrico bajo el abrigo de los acantilados de la Campa Torres, según explicó la comisaria de la exposición Carmen Fernández Ochoa.

El enclave gijonés fue un punto fundamental en las rutas comerciales de navegación frente a la costa. De hecho, alrededor del siglo VI de nuestra era, los documentos hablan sólo de tres puertos cantábricos de importancia: La Coruña, Gijón y Castro Urdiales.

¿Cuáles eran los tráficos de 'El Musel' de los romanos? Principalmente, bronce y hierro, de los que se desconoce el origen. Diversos estudios sufragados por la Autoridad Portuaria consideran al puerto gijonés como el punto final de la vía transmontana de la Ruta de la Plata, que se adentraba en el municipio por la Venta de Puga, para posteriormente atravesar Tremañes, donde se dividía en dos caminos. «Se cree que uno de ellos discurría hacia Cimadevilla sobre lo que hoy es la avenida de Portugal. El otro, se dirigía hacia Jove y la Campa Torres», explicó Fernández.

Estas rutas favorecían la salida al mar de los productos que llegaban del interior de la región y de tierras leonesas, en donde había algunos enclaves que funcionaban como puertos secos del primitivo Musel. De ahí, las mercancías partían a Galicia o hacia provincia romana de Britannia, haciendo escala en puertos como Castro Urdiales u Oiasso (Irún), promoviendo el intercambio comercial del Imperio.

Por eso, el presidente de la Autoridad Portuaria, Fernando Palao, vinculó los orígenes de las instalaciones portuarias gijonesas con el futuro de El Musel y de la propia ciudad. «El puerto siempre ha sido el motor del desarrollo industrial y urbano de Gijón; tenemos que garantizar que siga siéndolo», dijo.
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