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29/04/2004

Begoña Castiella / Atenas ● www.abc.es

Hallan los restos de la flota persa de 300 naves que naufragó en la primera guerra médica
En Grecia, país rodeado de costas en las que se han producido innumerables naufragios desde la Antigüedad, el Departamento de Arqueología Submarina, que depende del Ministerio de Cultura, siempre tiene trabajo.
 
Ya se sabía desde hace muchos años que en una zona de navegación peligrosa situada a pocas millas del Monte Atos, en la Península de Halkidiki, se había hundido la primera flota persa enviada por Darío en el 492 a. C. El hundimiento de la flota entera (unas trescientas embarcaciones) antes de entrar en combate se debió al mal tiempo y está perfectamente documentado en textos antiguos, empezando por el historiador griego Heródoto (cap.VI, p. 44). La flota estaba compuesta por trirremes, embarcaciones que tenían tres tipos de remos servidos por 170 remeros, y, posiblemente, por otras naves cargadas de armamento y víveres.
 
El Departamento de Arqueología Submarina, dirigido por Katerina Delaporta, comenzó a investigar el fondo marino el pasado mes de octubre en colaboración con el Instituto Canadiense de Arqueología en Grecia, dirigido por Stephanie Kennel, con el Centro Heleno de Investigaciones Marinas y con el equipo del arqueólogo Shelley Wachsman de la Universidad de Texas A&M. La búsqueda de la flota persa se efectuó utilizando un «Sonar Side Scan» que exploró una zona de 173 kilómetros cuadrados hasta una profundidad de 480 metros en las zonas este y sur del Monte Atos. Se utilizaron también el batiscafo Thetis y el ROV (Remoted Operated Vehicle, es decir un especie de robot con telecontrol y brazos metálicos) denominado «Aquiles».
 
Tras mas de diez días de difícil exploración por causa de las pésimas condiciones meteorológicas (vientos de fuerza 8 y 9 de la escala Beaufort), se encontró finalmente una ánfora en perfecto estado en cuyo interior se hallaba, entre algas y piedras, la parte trasera de una lanza persa, pieza llamada «savrotiras» en griego y que contiene un fragmento de madera. Los investigadores han podido indentificar el arma porque en el templo de Olimpia, en el Peloponeso, muchos guerreros griegos ofrecían las armas de sus enemigos derrotados y se han recuperado lanzas persas bien conservadas.
 
Entre las anécdotas de la expedición sobresale la de un pulpo al que se debe su éxito. Resulta que la búsqueda estaba resultando infructuosa hasta que apareció a la vista del batiscafo uno de estos animales marinos. Los miembros del equipo griego decidieron que había que seguirle, algo que los extranjeros no entendían. Resulta que los pulpos son criaturas hábiles que construyen nidos para cobijarse cuando no hay rocas y que esos nidos pueden contener multitud de cosas.
 
Acertaron, el ánfora hallada era el nido del pulpo, criatura muy huidiza que puso tentáculos en polvorosa en medio de una nube de tinta.Durante la expedición se exploró tambien la zona en la que dos hermanos pescadores, apellidados Sakali, sacaron con sus redes en 1999 dos cascos de bronce de tipo corintio que muy bien pudieron pertenecer a mercenarios que formaban parte de la escuadra persa.
 
Se calcula que cuando mejore el tiempo, en el mes de junio, proseguirán los trabajos arqueológicos. Se espera encontrar muchas piezas tanto del armamento como del cargamento de vituallas que transportaban las embarcaciones persas, aunque de naufragios tan antiguos, cuando los barcos se armaban sólo de madera, difícilmente se conservan grandes restos, salvo si están enterrados bajo la arena o el fango; pero sí se encuentran objetos.
 
Dado el interés que ha suscitado esta noticia —que ha sido difundida esta semana por la televisión estatal helena, y no antes, dado que hasta ahora se hacían comprobaciones científicas— se espera que se sigan realizando más excavaciones. Pero la investigación submarina es costosísima... las dos semanas que han trabajado estos equipos de arqueólogos han costado un total de 180.000 euros.
 
A Katerina Delaporta, directora del Departamento de Arqueología Submarina, no le extraña que toda la flota se hundiera. Se trata de una zona marítima por la que discurren fuertes corrientes a gran profundidad y que además tiene mucho oleaje. Delaporta espera que en próximas expediciones se encuentren mas restos. Delaporta señaló que durante esta campaña de exploración también se localizó en el golfo de Jerisó otro naufragio, esta vez griego, con una carga de ánforas, que se estima que procede de la época clásica o de principios de la helenística.
 
La colaboración de distintas universidades y equipos arqueológicos extranjeros con los departamentos de arqueología submarina griegos se considera muy positiva. La parte griega allana y simplifica la complicada burocracia helena, mientras que los investigadores extranjeros aportan sus conocimientos científicos y sus avances tecnológicos.
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