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29/02/2004

Evelyn Carrera ● www.diarioeldia.cl

Año bisiesto: De fatalidad y buenaventura
Los mitos y creencias respecto a lo que se podría suscitar el 29 de febrero tienen sus orígenes en la cultura romana. Según su tradición, este mes correspondía a las festividades de los muertos.

Para algunas personas, y no tan sólo de esta época, sino que también de pasadas, la llegada del año bisiesto es la ocasión que da lugar a una serie de leyendas y misticismos. Aun cuando muy pocos saben que es lo que en verdad significa.

Uno de los refranes populares reza "año bisiesto, año siniestro", atribuyendo muchas desgracias y tragedias ocurridas a lo largo de la historia a la llegada de este "fatídico" día, sin dejar cabida a la mera coincidencia.

Este pensamiento fatalista tiene sus orígenes en la cultura romana, producto de que febrero, según su tradición, era el mes de los muertos y del dolor en los tiempos del Imperio. A raíz de esto se estaba sujeto a más calamidades y añadir un día a este mes, significaba aumentar la agonía, o bien, abiertamente hacer un llamado a la muerte.

Para los romanos, esta creencia era tan férrea que las puertas de los templos permanecían cerradas, nadie se casaba ni quería salir de sus hogares, pasando largas jornadas de encierro para evitar situaciones difíciles.

Sin embargo, de alguna forma debían ellos contrarrestar tanta fatalidad y las malas energías, motivo por el cual cada 15 de febrero se celebraba la Lupercalia, fiesta en honor al dios romano de la fertilidad, Luperco, cuya idea original de purificación se desvirtuaría convirtiéndose en un pretexto para todo tipo de excesos y licencias sexuales, situación que no es extraña tratándose de esa cultura.

Más tarde, la Iglesia Católica hizo frente a esas licencias extremas y le dio un significado distinto a la fecha, sacando todo el desenfreno y poniendo en su lugar algo más espiritual. Así, adelantando la Lupercalia en 24 horas, nació el día de San Valentín, más conocido como el de los enamorados.

FATALIDADES EN LA HISTORIA

Al margen de todos los hechos que a través del tiempo se han suscitado justo en esta fecha, no existe ningún tipo de prueba que indique que sean atribuibles al año bisiesto. Hay que reconocer que diversos episodios tanto de siglos anteriores como del actual, coinciden en que sucedieron, precisamente, un 29 de febrero.

Si bien es cierto, cuatro de las huelgas generales más grandes de España ocurrieron en bisiesto, correspondientes a los años 1916, 1936, 1976 y 1988, para los más empíricos esto es una mera casualidad. Pero éste no es el único signo de "mala suerte", pues en una fecha como ésta también comenzó la guerra de Irak e Irán, antecedente que se vendría a sumar a los mitos de los más crédulos.

Asimismo, existen otros hechos que están marcados por estas creencias, pero muy por el contrario a ser desgracias, son avances u invenciones positivas para la Humanidad. Instrumentos y acontecimientos como el telescopio, el termómetro de gas, el primer coche con motor a explosión, el nacimiento de Gioacchino Rossini o el final de la guerra de Afganistán, también sucedieron en años bisiestos.

Durante todas las épocas y siglos, los acontecimientos han seguido produciéndose sin percatarse de que lo hacían en un día añadido. ¿O quizás Barcelona no hubiese caído en manos francesas de no haber sido porque era el 29 de febrero de 1808? O, tal vez, si la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas hubiese caído en la cuenta del día en que se encontraban no le hubiese ofrecido la paz a Finlandia en 1944. La respuesta parece obvia.

Tampoco tendría ninguna relevancia con este agregado en el calendario el hecho de que un 29 de febrero Michael Jackson ganase ocho Grammys en 1984.

Otros acontecimientos, posiblemente atribuibles a la buena "suerte" o buena "fortuna", son los ocho Oscares obtenidos en 1940 por la famosa película del cine clásico, "Lo que el viento se llevó". Mientras que, veintiocho años más tarde, en 1968 y cuatro bisiestos después, la banda The Beatles se adjudicaría un Grammy.

Es así como algunos tienen bien fundadas sus mitologías, aferrándose únicamente a las desgracias acaecidas en este día. Como tampoco hay que desconocer que hechos muy positivos ocurrieron en año bisiesto. No obstante, y pese a los antecedentes recolectados, lo más normal es considerar a esta fecha como cualquiera otra, por cuanto la fantasía atribuible al 29 de febrero podría calzar perfectamente con algún otro día del calendario.

En definitiva. No suceden ni más ni menos cosas porque a un mes, por cuestiones empíricas, se le tenga que añadir un día. Por lo que las dietas, los buenos propósitos, los intentos por dejar de fumar y cualquier esfuerzo por evitar algún traspié en marzo, sólo darán resultados en la medida en que la psicología de cada quien se lo permita, porque la verdad es que el último día de febrero y cada cuatro años es uno como cualquier otro.

El 29 según la ciencia

Se llama año bisiesto a aquel que tiene un día más que los años ordinarios, es decir, que posee 366. El día extra se añade al final de febrero, por lo cual ese mes pasa a tener 29.

El año bisiesto se introdujo en el calendario juliano, que repetía el sexto día antes de las calendas de marzo, esto es el 23 de febrero, de donde proviene su nombre "bis sextilis". A modo más simple "dos seis", los últimos dos dígitos del número de días de este tipo de año.

Su finalidad consiste en adecuar el año solar al cronológico, por lo que existen tres reglas para determinar un año bisiesto: Los años exactamente divisibles entre 4 son bisiestos, los exactamente divisibles entre 100 no lo son, los exactamente divisibles entre 400 son bisiestos.

La duración del año (el tiempo que la Tierra tarda en dar una vuelta completa a su órbita alrededor del Sol) no es exactamente 365 días, sino aproximadamente 365 y un cuarto de día. Al confeccionarse el calendario gregoriano, el vigente, se adoptó una duración media del año solar de 365, 2425 días, conocido como año gregoriano.

La manera de ajustar el desfase de 1/4 de día fue estableciendo (como en el anterior calendario juliano) como años bisiestos los múltiplos de cuatro, pero como el año gregoriano es un poco más corto que el verdadero o año trópico, se suprimen tres bisiestos julianos cada 400 años, en los seculares no divisibles por 400, tales como 1700, 1800, 1900 y 2100, en tanto que sí son bisiestos 1600, 2000 y todos los que son divisibles por tal número.

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