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6/02/2004

Eduardo Alperín● espndeportes.espn.go.com

Historia de los Juegos Olímpicos de la Antigüedad
BUENOS AIRES -- La historia de los Juegos Olímpicos se pierde en la noche de los tiempos. La leyenda y la mitología los cubren con un halo de misterio que los engrandece todavía más. Los estudiosos sitúan su nacimiento en Grecia unos 13 ó 14 siglos AC (antes de Cristo).

Dentro de la confusión que hay todavía en torno a sus orígenes existe, por lo menos, unanimidad de otorgarles principios religiosos a los Juegos Olímpicos de la Antigüedad y situar a Olimpia como lugar sagrado de peregrinación.

Las guerras, la peste y las epidemias estaban asolando el país y se buscaba una solución a tanta miseria. Mitos, rey de Elide, consultó el oráculo y tuvo esta respuesta: "Sólo los Juegos, con un signo pacificador, salvarán a Grecia de la destrucción".

Aceptado el oráculo de Delfos se instituyó una "tregua sagrada" cada cuatro años, plazo que dio en llamarse Olimpiada. Esto sucedió en el año 884 AC, pero ocho años más adelante o sea 776 AC comenzaron a contabilizarse las ediciones y los resultados.

EL PRIMER GANADOR
Fue Koroibos, un cocinero de Elide, el primero que inscribió su nombre en el legendario palmarés olímpico al ganar la única prueba, consistente en una carrera de velocidad en la longitud del Estadio: 192,28 metros, por lo quedó como denominación prueba del Estadio.

Cincuenta y dos años después (XIV Olimpiada), se introdujo la carrera del Diaulo, sobre dos vueltas al estadio (385m) y, en la siguiente edición se incorporó el Dólico o prueba de fondo con ocho vueltas al estadio, unos 1.500m, distancia que se amplio paulatinamente hasta las 24 vueltas, equivalentes a 4.600m.

Los Juegos crecían, las treguas se cumplían, los guerreros competían sin armas y al programa se sumaron el pentatlón, la lucha y las carreras de cuadrigas. El pentatlón combinaba la carrera del Estadio con los lanzamientos de disco y jabalina, salto en largo y lucha, que a la vez tenía su competencia aparte.

A la inicial carrera de cuadrigas, con cuatro caballos, se unió otra con dos caballos y la de un jinete sobre el animal, más la de carros tirados por mulas, constituyendo el núcleo llamado deportes de la aristocracia de la época.

EL BOXEO Y PANCRACIO
El boxeo apareció en la edición de 668 AC y rápidamente, junto con la lucha, se convirtió en la estrella de los Juegos. Empezó sin diferencias de peso y con las manos desnudas, pero pronto los combatientes se colocaron tiras de cuero crudo para proteger sus puños y hacerlos más potentes.

Los combates no tenían límite, aunque sí descanso (arrodillados) entre asaltos y el resultado era knock out o abandono. Con el paso de los siglos, con la invasión de los romanos, a las tiras de cuero crudo se fueron añadiendo pedacitos de piedra, plomo o madera para aumentar el efecto fulminante de los puños.

El aumento de la violencia en la lucha y el boxeo determinó su decadencia, cuando en las XXXVIII Olimpiadas nació el Pancracio, suma de ambos que satisfacía la sed de sangre de los espectadores, pues valía todo, desde los mordiscos a la asfixia, incluyendo patadas a los testículos y el meter los dedos en los ojos.

EL PRIMER CRONISTA OLÍMPICO
Pindaro nació alrededor de 529 AC y fue el primer gran cronista olímpico. Al margen de los remotos antecedentes que quiso buscarle a la leyenda de los Juegos, hizo relatos puntuales de lo que vio en directo, como el triunfo del pugilista Diágoras de Rodas o las hazañas de Jenofonte de Corinto, vencedor en cinco Juegos, y del luchador Milon de Crotona, ganador en seis ediciones consecutivas.

REGLAS DE JUEGO
Antes que nos devoren los siglos, retornemos un instante a sus comienzos. Es curioso estar frente a una competencia tan elitista o, por lo menos, extremadamente selectiva de sus participantes. Para ser admitidos se requería ser griego, libre, hijo legítimo, estar en posesión de todos los derechos civiles y no haber cometidos sacrilegios o delitos de sangre. De los esclavos y mestizos, ni hablar.

Tanto por el hecho de la desnudez de los atletas como por motivos religiosos, los Juegos estaban prohibidos a las mujeres. Con el tiempo, las mujeres crearon su propio Juegos, llamados Hereos, en honor de la diosa Heros. Había una única prueba, aunque tenía distintas categorías según las edades, y era una carrera de 162 metros.

Las participantes corrían con una mínima túnica, el pelo suelto y con el hombro y el seno derecho desnudos. Por supuestos, los hombres no podían presenciar el espectáculo.

LA ÉPOCA DE ORO
Olimpia conoció su mayor gloria entre los 600 y 400 a. de C., cuando los Juegos fueron pasando de uno a siete días de competición, cuando los pueblos se fueron hermanando y pacificando, los filósofos, literatos, historiadores y pensadores fueron acudiendo a ellos para glorificarlos y dar pie, también, a una Olimpia cultural.

Los vencedores eran recibidos triunfalmente en sus ciudades de origen y los versos de Píndaro son el mejor de los reflejos de la importancia que había adquirido la victoria: "Feliz elegido de la fama / la palma de la victoria le honra / y le designa a los clamores del estadio".

APARECE EL PROFESIONALISMO
Poco a poco empezaron a romperse los moldes espirituales. El Pancracio trajo aparejada las apuestas y fue un vehículo de corrupción. Detrás del laurel del vencedor aparecieron las prebendas para incentivar los esfuerzos de los atletas. Vencer significaba la exención de impuestos y contar con una pensión vitalicia por vida.

Hasta Nerón fue campeón olímpico de carreras con cuadrigas. Por supuesto, previamente intimidó a los demás participantes y a los jueces para poder ser el único participantes en la edición del año 67 AC.

De a poco, los Juegos empezaron a perder su valor. Por un lado, el profesionalismo llegó al atletismo. Por el otro, Esparta violó la "tregua sagrada" y fue excluida de los Juegos.

Todos los valores fueron cayendo de sus pedestales y los conceptos de condujeron a ser creados dejaron de existir.

Llegaron las guerras y la invasiones extranjeras. Grecia se convirtió en provincia romana. Los Juegos en manos de los romanos estaban condenados a muerte, porque se habían convertido en un espectáculo circense. Y amparándose en eso, Teodosio el Grande, que hizo triunfar definitivamente el cristianismo sobre el paganismo, los prohibió en el año 394 de la era cristiana.

Lo hizo para hacerse perdonar la matanza de Tesalónica. El obispo de Milán le condonó la anunciada excomunión a cambio de la abolición de los Juegos Olímpicos, por juzgarlos inmorales y ateos. Así se hizo, bajo la pena de muerte para quienes pretendiesen volver a realizarlos.

DESTRUCCIÓN DE OLIMPIA Y FINAL DE LOS JUEGOS ANTIGUOS
Al decreto de Teodosio el Grande siguió un saqueo a Olimpia, que acabaron de rematar un año después las hordas godas. Como los devotos seguían en peregrinación, Teodosio II ordenó la destrucción y en el año 550 dos terremotos sepultaron a la sagrada Olimpia, donde durante 1.764 años se realizaron 332 Juegos Olímpicos, pero los que se cuentan la verdad para la historia son los 293 que arrancan a partir del año 776 AC.

Es decir que los Juegos Olímpicos de la Antiguedad empezaron a contabilizarse con la victoria del cocinero Karaikos de Elide en la prueba del Estadio. De sus dos últimas ediciones (en manos del dominio romano) no se conocen vencedores. Los dos últimos que constan pertenecen a los Juegos 287. Son Filomenos de Filadelfia de Lidia, ganador en Pancracio, y Varazdat, posteriormente rey de Armenia y único triunfador de raza bárbara, vencedor en lucha.

Este es el final oficial de los Juegos Olímpicos de la Antigüedad.

Eduardo Alperín es periodista deportivo desde 1958. Fue prosecretario de deportes del diario La Nación de Buenos Aires y cubrió los Juegos Olímpicos de Montreal 76, Moscú 80, Los Angeles 84, Seúl 88, Barcelona 92, Atlanta 96 y Sydney 2000. Fue jefe de prensa del Comité Olímpico Argentino entre 1995 y 2002. Actualmente es asesor de prensa de la Asociación Argentina de Polo, cubre el área de prensa de ESPN Sur y es columnista de ESPNdeportes.com. Vea el archivo de sus columnas.
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