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19/02/2004

Ricardo Katz ● www.novanoticias.com.ar

Breve historia del vidrio
Todos los días nos servimos del vidrio, esa materia brillante y preciosa que empleamos en miles de objetos utilísimos. ¿No es el vidrio de las puertas y ventanas que nos protege del frío exterior? ¿Y los espejos? ¿Y los vasos? Recordemos también las lámparas, las ánforas, las copas hechas con el hermano noble del vidrio, el cristal. La historia del vidrio es antiquísima y su fabricación está llena de dificultades.

No se puede asegurar quienes fueron sus descubridores: ¿los fenicios?, ¿los egipcios?, ¿otros? Plinio, el célebre naturalista latino, cuenta que unos fenicios, al regresar de Egipto hacia su patria, hicieron un alto en Sidón, junto al río Belus. Encendieron el fuego, prepararon la comida y, para su mejor cocimiento, calzaron las ollas entre dos bloques de natrón (carbonato de sodio), mercancía que ellos transportaban y que entonces se utilizaba para el teñido de la lana.

Después de comer se quedaron dormidos y dejaron el fuego encendido. Cuando despertaron fue muy grande su sorpresa, pues en el lugar de los bloques de natrón había unos sólidos transparentes y luminosos como piedras preciosas. Creyendo que un genio había obrado un milagro, se arrodillaron en señal de adoración.

Pero el sagaz Zelú, jefe de la caravana, advirtió que había desaparecido la arena que estaba debajo de los bloques de natrón. Encendieron nuevamente fuego sobre la arena y, al cabo de algunas horas, de aquellas cenizas salió un colado rojo y humeante. Antes de que la arena incandescente se enfriara, Zelú tomó un poco de esa materia extraña y, modeló un vaso. ¡El vidrio había sido descubierto!

Dado el carácter legendario de la narración, no se puede aseverar que hayan sido los fenicios los descubridores del vidrio, pero se dice que, junto con los egipcios, figuran entre sus primeros artífices. Pruebas bastante atendibles son los descubrimientos hechos en tumbas muy antiguas (datan del año 2000 a. de J.). Entre los tesoros de inmenso valor que solían ponerse al lado de las momias de los faraones, se han encontrado cuentas de vidrio de variados colores, admirablemente trabajadas.

Se cree que los egipcios comenzaron a fabricar el vidrio hacia el año 1400 antes de Jesucristo. Se dedicaron, sobre todo, a la producción de objetos artísticos y decorativos, y se especializaron en el colorido, como lo prueban las piezas encontradas en las tumbas de Tel-el-Amán. Tanto los fenicios como los egipcios llegaron a ser los maestros de esta industria y los abastecedores más requeridos de la época.

Cuando Egipto se convirtió en provincia del Imperio Romano, pagó gran parte de su tributo en objetos de vidrio y en mano de obra, pues sus mejores artesanos emigraron a Roma. Con la difusión del lujo y el refinamiento en las austeras casas romanas, los patricios revistieron las paredes de sus mansiones con resplandecientes planchas de vidrio. A medida que los romanos conquistaban nuevos pueblos iban propagando la industria del vidrio, considerado únicamente objeto de lujo.

Gracias a los adelantos técnicos, poco a poco el vidrio dejó de ser un lujo. A fines del siglo XIX la industria del vidrio comenzó a mecanizarse (ya en 1876 el norteamericano Weber ideaba una máquina para la producción semiautomática de botellas), y desde entonces el maravilloso material se difundió cada vez más en el mundo.

* La historia del vidrio se pierde en la leyenda, pero aún hoy, como hace miles de años, la fabricación de esta materia tan útil exige un sacrificio constante y estudios infatigables para perfeccionarla y adaptarla a las múltiples aplicaciones modernas.

Ricardo Katz es Licenciado en Ciencias de la Educación y escritor

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