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26/04/2004

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Vicente Herrasti descubre a Gorgias en 'La muerte del filósofo'
La muerte del filósofo, donde Vicente Herrasti “nos acerca al universo espiritual de los griegos”, por medio de un homenaje a las tragedias de Esquilo, se presentará con los comentarios de los escritores Ignacio Padilla y Pedro Ángel Palou, el domingo 30 de mayo a las 12:00 horas en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. También se interpretará la obra para trío Akorna, de Sergio Berlioz, basada en uno de los personajes de la novela.

Cuenta Herrasti que el hecho de imaginarse al filósofo Gorgias a los 109 años en la corte de Jasón, fue suficiente para escribir su tercera novela. Cómo era “el rey de la palabra” y “el mar de la elocuencia”: Gorgias, quien recuperó las figuras retóricas antiguas y creó otras nuevas, y le dio dignidad al discurso, me dio la pauta para recrear la noche de su muerte, explica.

Tras cuatro años de investigación (“aunque lo más importante era olvidarla, porque constituye una camisa de fuerza”) y la lectura de por los menos 26 autores antiguos, como Aristófanes, descubrió que Gorgias no era como lo presentaba Platón en uno de sus famosos Diálogos.

Gorgias fue muy estimado por los antiguos griegos, dice. “Con base en esto, me pregunté qué posibilidad habría de transpolar los principales puntos sintácticos, semánticos y lexicológicos del discurso de Gorgias para narrar La muerte del filósofo, donde además revivo la figura del filósofo sofista, cuya vida está, en realidad, rodeada de sombras”, detalla.

Aclara que el 98 por ciento de su novela “es recreación”, aunque basada en testimonios verídicos. Quería imaginarme su forma de ser y a discípulos suyos, entre otros temas, que permitieran “recrearlo psicológicamente; es mi Gorgias, pero respeté su entorno”, señala.

--En la novela te abocas más a lo narrativo que a lo filosófico.

--Sí, por supuesto, y tampoco está abocado a lo histórico. No es una novela histórica, pero respeta los parámetros históricos.

--Las imágenes de tu novela son cinematográficas o imaginativas.

--Curiosamente todo mundo me dice que soy muy cinematográfico, siendo yo un pésimo espectador de cine. Yo nunca concibo con imágenes –en esto creo que tengo un problema–, sino con palabras. Las palabras son las que van construyendo el escenario. La mayoría de las veces el impulso, la sonoridad y la inercia son las que van prevaleciendo en mis novelas. Por lo general, parto de conceptos más que de imágenes.

--Parece ser que la novela se puede leer de dos maneras: Akorna, por un lado, y Gorgias por otro.

--Eso fue lo que me propuse desde el principio. Quería averiguar y recrear qué podía acontecer después de la muerte de un maestro como Gorgias y cómo se podía aceptar su muerte en todos los estratos. En la época de Voltaire se decía que los grandes intelectos pensaban en conceptos, los medianos en sucesos y los pequeños en personas. Quise imaginarme cómo la muerte de Gorgias podía llegar a estos tres niveles.

Al final de cuentas, todos somos parte de la tradición, afirma Herrasti al retomar a los antiguos griegos. “A veces parecería que, desde finales del siglo XIX hasta la actualidad, la tradición es algo caduca, y ésto es absolutamente falso; todos seguimos siendo los antiguos griegos. Algunos temas van a seguir siendo grandes ejes de la literatura por siempre”.

El autor de Taxidermia y Diorama señala que es muy obsesivo y extremadamente detallista con sus libros. “Como soy editor de tiempo completo, escribo de 4 a 8 de la mañana, y mis sesiones de escritura no pueden ser muy continuas. Soy un escritor lento y mis trabajos más ambiciosos llegan a ser de una página y otras de dos o cuatro líneas. Escribo poco, aunque al momento de revisar el manuscrito corrijo pocos detalles. En mi caso, la lentitud sí es un privilegio”, asegura.

--¿Tu escritura es matemática?

--Más bien es arquitectónica. Yo soy muy cuidadoso del estilo, sobre todo de la pulcritud. Creo que un escritor puede permitirse muchas cosas, pero no el no ser pulcro. Siempre le pongo mucha atención a la trama. Si no hay relato, le falta una buena parte a la creación literaria.

Agrega: “Sergio Pitol me aconsejó que cuando escriba algo nada más me preguntara ‘si le convenía a la obra o a usted, pero si le conviene a usted dé marcha atrás y si le conviene a la obra podemos hablar de congruencia’. Yo busco que la obra sea congruente consigo misma”, finaliza Vicente Herrasti, cuya inventiva en La muerte del filósofo “es heredera del maestro” Ángel María Garibay, escribe Miguel León-Portilla.
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