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10/11/2004

Raúl Ramos/ Córdoba ● www.abc.es

Un grupo de investigadores revela que Corduba acogió la única «escuela de gladiadores» de Hispania
Las V Jornadas Cordobesas de Arqueología Andaluza sirvieron ayer para desvelar las claves del ocio colectivo de los habitantes de la Córdoba romana.

La enorme cantidad de inscripciones de gladiadores -supera la veintena-aparecidas en el transcurso del estudio del anfiteatro romano llevó a los expertos a pensar que en Corduba existió un «ludus» o centro de formación de luchadores. Esta hipótesis encontró como refrendo la irrupción de una inscripción de un «doctos retiariorum», esto es, una figura encargada de preparar y entrenar a las personas que luchaban en la arena del anfiteatro.

Esta tesis fue defendida ayer en el transcurso de la segunda sesión de las V Jornadas Cordobesas de Arqueología Andaluza por un grupo de investigadores formados por Desiderio Vaquerizo, Maudilio Moreno y Juan Francisco Murillo.

El catedrático de Arqueología Desiderio Vaquerizo apuntó ayer a este periódico que esta línea de investigación ha llevado a determinar la existencia de un centro de entrenamiento a gladiadores en Corduba, el único espacio de estas características que existió en Hispania.

La hipótesis defendida por el grupo de expertos reveló que los gladiadores, lejos de la imagen distorsionada por el cine, eran personas «con una buena calidad de vida, contratados en su mayoría por los empresarios -«lanistas»- de los distintos anfiteatros situados en los territorios que estaban bajo la tutela de Roma. «Eran personas idolatradas, de gran relevancia social que contrataban sus servicios para luchar sobre la arena, circunstancia que implicaba un gran desgaste, pero no la muerte; si ésta se producía, el empresario había de afrontar una elevada contrapartida o compensación difícilmente de afrontar», argumentó Vaquerizo. El experto indicó, no obstante, que pese a una gran masa de «profesionales», también había esclavos y personas que se embarcaban en luchas en el anfiteatro para saldar una deuda.

El catedrático de Arqueología arguyó que el anfiteatro fue, en buena medida, un vehículo de difusión de los valores del poder, un lugar de captación de voluntad popular. El anfiteatro de Córdoba, además de los juegos oficiales que se desarrollaban anualmente, acogió numerosas actividades que iban desde la lucha a la representación teatral -ante un auditorio que bien pudo oscilar entre los 30.000 y 50.000 espectadores-. «Los espectadores permanecían todo el día en el anfiteatro, ubicados en función de condición social, circunstancia que llevó a buena parte a hacer tablas de juego -una especie de tres en raya grabado en los asientos-», apostilló.

El experto apuntó que los gladiadores que abundaron en Córdoba fueron los «tracios» -usaban espada corta, casco grande y reducido escudo- y los «retiarios» -luchaban con red y tridente»-. Un programa habitual en el anfiteatro cordobés arrancaba con lucha entre fieras o exhibición de animales, seguía con el ajusticiamiento público de un gran criminal confeso a quien se procuraba una muerte lenta y, por la tarde, llegaba el turno de los gladiadores.

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