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20/01/2004

 Manuel Molina ● www.ideal.es/jaén

Baecula, lugar de la segunda guerra púnica
VISITA. El alcalde de Santo Tomé, Francisco Jiménez, hace un recorrido por la zona. / M. M.
Se barajaba que la zona podía estar en Bailén o Baeza, sin embargo parece estar entre Santo Tomé y Villacarrillo según un estudio del Centro de Arqueología Ibérica de Jaén.

La Segunda Guerra Púnica fue librada en el año 208 a.C. entre el ejército cartaginés dirigido por el reconocido general Asdrúbal Barca y el ejército romano a las órdenes del no menos admirado Escipión. La batalla se planteó con la intención de frenar la marcha de Asdrúbal hacia Italia y cortar el aprovisionamiento de Aníbal en su marcha hacia Italia por el norte. Al final se saldó con la victoria romana, si bien el ejército cartaginés pudo proseguir su marcha, y el ejército romano tomaba una posición vital para proseguir la conquista del Valle del Guadalquivir. Con anterioridad se creía que tal lugar, denominado Baecula, podría estar en Bailén, o incluso se barajó Baeza por la relación fónica, sin embargo tal lugar parece ser que está entre Santo Tomé y Villacarrillo

El lugar de la batalla

En la batalla intervinieron unos cuarenta mil hombres entre los dos bandos y perdieron la vida unos ocho mil. El ejército cartaginés llegó a situar una línea de quince kilómetros de despliegue por una planicie, en espera de la llegada de las tropas romanas, y aseguró su campamento en un lugar estratégico. Tales datos aparecen citados por fuentes como Tito Livio y Polibio e interpretados por el arqueólogo Arturo Ruiz, del Centro Andaluz de Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén, que desde que realizara sus primeros estudios en la zona de Santo Tomé buscó un lugar que se hallara en un alto del terreno situado entre dos ríos y caracterizado por dos terrazas. Tras muchas investigaciones, entre ellas la llevada a cabo con la financiación de la Caja Rural en los años 2002 y 2003, y con diez investigadores en el proyecto, todo apuntaba a que el alto era el cerro de Las Albahacas y el lugar de la batalla la planicie que va desde Santo Tomé en dirección a Villacarrillo y deja por detrás el campo expedito para una huida segura hacia Peal de Becerro. Cerca de ese lugar se encontraba un gran doblamiento íbero denominado Baecula.

¿Qué nos encontramos en estos lugares? Acompañados por el alcalde de Santo Tomé, Francisco Jiménez, que desde el conocimiento público del hecho intenta poner en valor el descubrimiento, llegamos al que será bautizado como 'Mirador de Asdrúbal'. Subimos acompañados por el edil hasta el cerro de Las Albahacas, desde donde se divisa una inmensa planicie en dirección hacia Villacarrillo, y el alcalde nos explica que el ejército de Asdrúbal debió llegar desde la parte de Albacete, según las investigaciones arqueológicas, puesto que bajaban de Cartagena y era el camino más lógico. Acamparon en la llanura y se desplegaron. Desde el propio cerro se podían dirigir las operaciones por su situación de privilegio porque alcanza muy lejos la vista en varias direcciones y tenían segura la retirada tras éste hacia la dirección de Peal. Desde la elevación se observan los dos ríos que confluyen, el Cerezuelo que baja de Cazorla y el Guadalquivir que viene de Mogón. En un lateral se divisa a lo lejos la que pudiese ser Baecula.

Baecula

Bajamos por un sendero entre olivares, habilitado para subir al cerro, descendemos la ladera y alcanzamos una pequeña finca de olivos no muy viejos. El alcalde muestra nada más bajar del vehículo restos de cerámica íbera pintados con las típicas franjas rojas de la terra sigillata. «Hay una enormidad de restos en toda esta zona, que corresponde a Baecula». Pero son trozos de arcilla, ya que los metálicos han sido esquilmados por los buscadores con detectores de metales. «De aquí me consta que han sido encontrados objetos de valor como exvotos, monedas o hebillas de las vestiduras militares. Muchos han sido vendidos», nos cometa Francisco Jiménez. Y añade que hay restos de Santo Tomé en el Museo Provincial y en el Arqueológico de Madrid, incluso sarcófagos, pero almacenados en cajas sin exponer al público. Un breve paseo por los alrededores corrobora la cantidad de restos y el radio de acción que alcanzan, lo que nos habla de una población de gran tamaño.

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