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06/02/2005

Julio Gajardo Vásquez ● diario.elmercurio.com

Alejandro Magno: fragmentos de un mito
La película Alexander, de Oliver Stone, es una más de las tantas versiones conocidas sobre el rey de Macedonia, la que se empeña en completar un puzzle del cual se tienen muy pocas piezas. Revisamos someramente la última historiografía y le pedimos al helenista Miguel Castillo Didier su opinión.

El Mundo Antiguo juega un papel renovado en el Hollywood de los últimos años. Primero Gladiador, luego Troya y ahora Alexander, dirigida por Oliver Stone y protagonizada por Colin Farrell, Sir Anthony Hopkins y Angelina Jolie. Épicas batallas, violencia, bisexualidad y grandes bacanales se muestran en las tres horas de superproducción. Pero no es la primera ni será la última que muestre las hazañas y conquistas del rey macedonio.

Alejandro ha hecho proliferar en la academia, en la industria editorial y cinematográfica un sinfín de papiros, revistas, ensayos, biografías, historias noveladas y películas. De hecho, 30 años atrás el profesor Ernst Badian, de Harvard, clamó por una moratoria en la mayoría de las publicaciones sobre Alejandro Magno. Se lamentó, entonces, del exceso de libros para todos los gustos, que deformaban la figura del conquistador.

Pero lejos de disminuir, la lista no cesa. En idioma inglés en los últimos 5 años las publicaciones han aumentado al doble. En 2003 fueron publicados 7 grandes trabajos. Doce en 2004 y ya en lo que llevamos de 2005 se anuncian 3 libros más. Estos números no incluyen novelas, reimpresiones o trabajos en idioma que no sea inglés. Esto es sólo una pincelada de los cientos de artículos sobre Alejandro que aparecen cada década, desde las más prestigiosas revistas académicas hasta las más populares.

Pero el renombre de Alejandro es mucho más que sólo libros y periódicos. El rey ha provisto de una buena gama de campañas publicitarias de automóviles, relojes, cigarrillos y jabones en distintas partes del mundo.

Las películas no se han quedado atrás. En 1964, en el canal ABC de Estados Unidos, William Shatner como Alejandro, fue un conquistador heroico y lleno de virtudes. La película comenzaba con un redoble de tambores y una estruendosa voz que declaraba que la antigua Persia estaba sumida en la opresión hasta que "un día desde Grecia, desde el oeste, vendría un hombre que traería la civilización y la paz". Una década antes, Richard Burton tuvo la divina misión de civilizar el mundo en Alexander the Great, de Robert Rossen (1955).

Su vida

Alejandro nació en la ciudad de Pella (actual Grecia) en el 356 a.C., hijo de Filipo II, rey de Macedonia, y de Olimpia, hija de Neoptolomeo, rey de Epiro. Creció como príncipe, fue coronado como rey, aclamado como héroe y proclamado un Dios. Y todo esto en sólo 33 años. Alejandro es aún recordado como el que ensanchó los límites del mundo e hizo realidad lo que sólo estaba en la imaginación de sus contemporáneos. Él aprendió el arte de la guerra de su brillante padre. Filipo le entregó a su hijo el mando en la decisiva batalla de Queronea en 338 a.C. venciendo a tebanos y espartanos, cuando Alejandro sólo tenía 18 años. En sus años de formación disfrutó el tutelaje de Aristóteles, imprimiéndole su amor por la filosofía y la cultura.

Más que un asesino profesional (que más de alguna vez ejerció; por ejemplo, destruyendo la ciudad griega de Tebas, oportunidad en que masacró y esclavizó a sus habitantes), Alejandro rompió las barreras entre lo griego y lo bárbaro. Llevó la cultura, el arte y la religión griega tan lejos como la India, adoptando él mismo costumbres orientales. Con fervor moldeó una civilización que nació tanto de la creación como de la destrucción. Fue uno de los precursores del ecumenismo, tan en boga hoy en día. Él conquistó porque tenía determinación, habilidad, carisma, inteligencia y bravura. Lideraba las batallas al frente de su ejército, jamás perdiendo una. Además, Alejandro sobrevivió a heridas en su cabeza, cuello, hombros, pechos, muslos y tobillos. Incluso fuera del campo de batalla le ganó a la muerte, que constantemente lo acechaba. Pudo ser en cualquier momento y lugar asesinado. En efecto, cada uno de los familiares de Alejandro fue eventualmente asesinado, incluyendo a su padre, madre, hermana, hijo y sus dos esposas.

Contra todas las probabilidades, Alejandro reinó por 13 años (336-323 a.C.). Invadió al poderoso imperio persa a la edad de 22 años, conquistó el territorio de 10 modernas naciones cuando tenía 26, alcanzó la India a los 30, y murió invicto en su retorno a Babilonia a los 33 años. Por 300 años su ley fue impuesta a través de sus generales en Medio Oriente. Luego, cuando sobrevino Roma, algunos poetas le dieron el título de "El Grande", con el cual los emperadores lo admiraron, le construyeron estatuas, alabaron su genio y trataron de ser igual a él.

Pasadas las centurias, la leyenda de Alejandro creció más elaborada desde Islandia hasta Indonesia. Empezó a brillar como un ejemplo de caballerosidad; pero para otros fue un espantoso ejemplo de destrucción y de poder corrupto. A través de los años, la gente buscó en la vida de Alejandro un libro-guía de lo bueno y lo malo.

Mito e interpretación

Estas diferentes caracterizaciones del mito de Alejandro entregaron a los escritores modernos y a los cineastas una riqueza de material que nos muestran muchos Alejandros: héroe, monstruo, déspota, soñador, santo, un asesino de pueblos, genio.

Una pequeña verdad está al acecho detrás de cada etiqueta, aunque ninguna basta por sí sola.

En las películas, las diferencias entre el Alejandro de Burton, de 50 años atrás, y el de Farrell de hoy sólo siguen estas tendencias que se han dado por siglos y que distintos historiadores de hoy se encargan de representar. Oliver Stone sigue la vía del Alejandro despiadado, belicista, tiránico y casi demente. El Alejandro de Burton representa un benigno visionario que anhela unir a toda la gente en un estado, un "imperio de sabiduría" que levanta a las oprimidas masas y abriga siempre la paz. El Alejandro de 1955 era activo heterosexualmente, llegando casi a ser un chico malo por tener una amante llamada Barsine, asunto que la historiografía conservadora de la época rechazaba. Después de 50 años la condición bisexual está en el corazón de la película de Stone. Muestra una íntima y erótica relación con su amigo Hefestión, y las mujeres, por otro lado, no le interesan mucho. En 1955 Hefestión tiene un pequeño papel en la película (y ciertamente no sexual), mientras que en 2004 Barsine ha desaparecido. Además, Stone subraya la relación casi freudiana de Alejandro con su madre, antes, una fiel "dueña de casa". Estas diferencias se originan a partir de distintas imágenes históricas simplificadas por el cine.

El autor británico Sir William Tarn se convenció a sí mismo y a millones de personas que el maravilloso conquistador fue la primera persona en creer en la humanidad y la fraternidad. Pero, por otro lado, distintas interpretaciones destacan las atrocidades que describen las fuentes, las que Tarn sólo atribuye a escritores que guardan rencor contra el gran rey macedonio, esparciendo mentiras de un hombre que cimentó la paz, la armonía y la religión universal.

Historiografía en pugna

Esta idílica perspectiva cambió por lo que se ha llamado la "nueva ortodoxia", en que el Alejandro visionario empezó a ser visto como un vicioso, un megalomaníaco manejado por la paranoia y el alcoholismo. Un individuo que destruyó el mundo y que detrás de él no dejó nada bueno, sino una herencia de sangre y de amargura. Éste es el Alejandro que se encuentra en los recientes libros y publicaciones. Uno de éstos es de Paul Cartledge, de la Universidad de Cambridge, que en su libro Alexander the Great: The Hunt for a new past (2004) retrata a Alejandro como un fanático, místico, supersticioso y cruel, características que están por sobre su genio militar y pragmatismo administrativo.

Más desmitificadora es la biografía de Norman Cantor: Alexander the Great: Journey to the End of the Eartht (2005).

Este historiador piensa que de las fuentes no se puede extraer la idea de que Alejandro fuera un hombre genial. Propugna que las fuentes de que disponemos en la actualidad, como son Quinto Curcio, Diodoro de Sicilia y Justino, son falsas. Concluye finalmente que Alejandro fue clínicamente demente.

Un libro en otra línea, escrito por John Prevas (Envy of the Gods, 2004), destaca por su conocimiento acucioso de las costumbres y creencias persas. Relata que el conquistador, al final de su vida, había comenzado a ser excéntrico y bizarro, si es que no estaba ya loco.

Curiosamente, un trabajo de ficción más que histórico, The Virtues of War (2004), de Steven Pressfield, captura el genio militar de Alejandro, al menos en materia castrense. Rescata de manera muy evocadora y auténtica los sonidos, gustos y olores del mundo en que vivía el monarca.

Dentro de este mismo grupo no podemos dejar de mencionar a Robin Lane Fox, de la Universidad de Oxford, quién escribió Alexander the Great: A Biography (1994), un libro muy documentado que muestra las complejidades del rey. Como es bien conocido, este prestigiado historiador (que además es experto en jardinería y eximio jinete) asesoró a Oliver Stone, sin buenos resultados al parecer, a cambio, para sorpresa del director, de participar en las batallas montando en primera línea de combate.

¿Por qué existen estas grandes diferencias en la apreciación e interpretación de la vida de Alejandro? Ninguna de las fuentes que lo conocieron en persona y que relataron su vida ha llegado hasta nuestros días. Sólo algunos fragmentos dispersos citados por autores que vivieron 3 o 4 siglos después de Alejandro. Plutarco (50-125), Quinto Curcio (s.I), Arriano (95-175), Diodoro de Sicilia (80-20 a.C.) y Justino (s.II) son considerados los historiadores oficiales del genio militar. Se cree que el más fidedigno y serio es Arriano, por el hecho que cita fuentes, pero aun así no lo podemos considerar un historiador como Tucídides, tanto por su contemporaneidad de los hechos como por su formación histórica rigurosa.

Plutarco y Diodoro de Sicilia se limitan a repetir los párrafos de Arriano, pero sin citar. Por lo tanto, a excepción que encontremos una fuente directa y contundente, no vamos a poder tener un resultado certero y seguro, tropezando la interpretación y la crítica con un límite insalvable.

Esta última película no es más que un eslabón en la larga cadena de interpretaciones de la vida de Alejandro. Su mito, que se ha ido acrecentando a través de los siglos, todavía se encarga de maravillarnos, más allá de los tentáculos de lo comercial y el sacrosanto designio de hollywood.

Alejandro: fusión de mundos

Para Miguel Castillo Didier, director del Centro de Estudios Griegos, Bizantinos y Neohelénicos de la Universidad de Chile, las películas históricas, por lo general, deforman los personajes y los hechos, instalándose, con lo que plantean, como una verdad absoluta para la mayoría de la población.

¿Cómo están tratadas las relaciones amorosas de Alejandro en el film de Oliver Stone?

-"No está clara una relación de amor y erótica con mujeres; en cambio, está exagerada y distorsionada su relación con los hombres. Su trato con Hefestión se muestra distinto en relación a las fuentes. Era una relación semejante a la de Aquiles con Patroclo, propia de la cultura griega. A nadie se le ocurriría en la Antigüedad decir que Aquiles era homosexual. En nuestra cultura no hay amistades de este tipo. Era una amistad muy íntima, pero es un error representarla como una relación homosexual de hoy. Además ninguna fuente nos presenta a Alejandro como homosexual".

¿Cuál es la relación de Alejandro con su madre Olimpia? ¿Cómo se representa en la película?

-"El papel de Olimpia está muy deformado. Hay un sentimiento freudiano, en que Alejandro tenía que escapar de la tentación de su madre, cuestión que no era así. Las fuentes efectivamente cuentan que Olimpia era extranjera, con serpientes a su alrededor y algo exótica. Seguro que era dominante y quería un porvenir glorioso para su hijo, pero nada más. En realidad lo que se sabe sobre Olimpia a través de los historiadores ya está muy desfigurado a través de los siglos, porque no hay cronistas directos".

¿Cuál era la relación de Alejandro con los dioses y con la Ilíada de Homero?

-"La aspiración de los griegos a ser deificados era una cuestión normal en su cultura. Era común que los hombres crearan un ascendiente mítico, cuestión muy ligada a los conceptos de heroísmo y de gloria.

En cuanto a la Ilíada de Homero, ella era su Biblia, su sistema educativo y de valores. Las fuentes describen a Alejandro llevando siempre consigo en un cofrecito la Ilíada. Esto retrata a Alejandro como un hombre que se sentía muy griego y quería seguir siéndolo".

¿Qué tan real fue la actitud de Alejandro de adoptar las costumbres orientales y de qué manera se opusieron sus soldados?

-"Hay que pensar que cuando se conocen dos mundos tan extraordinarios, seguramente hubo deslumbramiento y hasta cierto contagio. Pero estaba el hecho de que para los griegos y macedonios era muy difícil adoptar algunos hábitos de los bárbaros porque era considerarlos como iguales. Por eso, ante el intento de Alejandro de preparar 30 mil jóvenes persas para su ejército se pusieron furiosos. Otra típica costumbre oriental fue la proskínesis, es decir, la prosternación ante el rey. Seguro que Alejandro lo aceptó primero de los persas, ya que estos estaban acostumbrados a inclinarse ante su rey, pero después lo empezaron a hacer los griegos, por lo que Alejandro no sólo lo aceptó, sino que lo hizo obligatorio. Ahora por qué lo aceptó sería especular en la evolución de su psiquis. Quizás nació en él una ebriedad de gloria y de poder, lo que los griegos llaman hibrys, en que la persona pierde el sentido y el equilibrio, muy propio de la grandeza y del poder. Es en este escenario donde surgen las habladurías, los celos, las acusaciones y finalmente las conspiraciones. Así se explican los atroces asesinatos a varios de sus amigos".

¿Por qué Alejandro se casó con Roxana, una mujer bárbara de un pueblo sin ninguna importancia estratégica?

-"Uno de los puntos de vista que distinguieron a Alejandro con sus soldados, y con el pensamiento griego clásico en general, fue su empeño en mezclar las razas. Era una idea notable para su época. En esto él mismo dio el ejemplo. Ahora, ¿por qué se casó con Roxana específicamente? Es muy difícil de decir, pero creo que Alejandro quería dar el ejemplo casándose con una persona bárbara y más encima simple".

¿Qué hay detrás del perdón a la familia del rey persa Darío?

-"Los relatos coinciden en que Alejandro tuvo un gesto muy hermoso, de gran dignidad y humanidad con la familia de Darío.

Éste es un rasgo notable de Alejandro, que se distingue de las directrices de los libros homéricos, en donde el comportamiento contra los vencidos era muy cruel. Más aún siendo los vencidos bárbaros. Pero esta actitud entra en contradicción con la destrucción de la ciudad de Tebas y la muerte de toda su población en su campaña de Grecia. En el sentido de la piedad con los vencidos habría un avance en Alejandro a través de los años".

¿Por qué Alejandro quiso seguir conquistando hasta los confines del mundo conocido?

-"La palabra griega pothos describe muy bien el impulso de gloria y de ansias de triunfo, que hace a la persona avanzar cada vez más adelante en sus propósitos. Este pothos hace que la persona quiera alcanzar lo imposible y en la mayoría de los casos causa su perdición".

¿Por qué Alejandro sigue siendo tan famoso y reconocido?

-"Alejandro es uno de los caso más notables en la historia de la humanidad. Su vida fue tan extraordinaria, que enseguida dio pábulo para convertirse en leyenda. Fue el primero que rompió con la segregación de los mundos griego-bárbaro. Creo que el gran legado está en el ámbito de la cultura, que se vio reflejada en el afán de ecumenismo de civilizaciones tan disímiles como la griega, la persa y la egipcia. En Alejandro se han inspirado todas las tendencias ecuménicas que quieren erradicar los fundamentalismos y los fanatismos. Importante es el nacimiento de los conceptos de museo y biblioteca, que englobaron toda la sabiduría de la época. También se encuentra la estrategia militar, todavía profusamente estudiada por las entidades castrenses. Además, el personaje sigue siendo objeto de estudio por psicólogos, siquiatras e historiadores por ser extraordinario y genial, y por último está la leyenda, en que entran el mito, la fantasía y la exageración".

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