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22/05/2005

Joaquin Lasierra ● www.larioja.com

Dieta mediterránea, alimentación de siempre
La alimentación en Mesopotamia, Egipto y Roma
 
La Dieta mediterránea se puede define como una forma de alimentación que, desde hace milenios mantienen los pueblos de la ribera del mar mediterráneo (mar entre dos tierras). La alimentación mediterránea, desde los tiempos más remotos, ha estado influenciada por sucesivas aportaciones de las costumbres de los pueblos del neolítico: mesopotámico, fenicio y egipcio, y más cercano, el griego, y sobre todo en España, el romano y árabe. Esta alimentación adquiere su configuración definitiva con el descubrimiento de América.

En el próximo oriente, entre los ríos Éufrates y Tigris (actualmente Irak) a lo largo de 7.000 a.C, se asentaron los pueblos primitivos, sumerios, acadios, neosumerios, babilonios, asirios y persas que, en el siglo VI a.C . forman la Mesopotamia (entre ríos), convergiendo las costumbres y peculiaridades de cada una de las culturas, que de manera sustancial van a influir de forma progresiva, a lo largo de los siglos, en todos los países mediterráneos.

Podemos entender que estos pueblos, con una sociedad bien estructurada, una cultura profunda, como lo pone de manifiesto el uso desde la piedra hasta el marfil, pasando por el hierro, cobre, plata y oro, y los materiales como el barro, terracota, ladrillo y alabastro y una economía fortísima, influyeran en los países limítrofes en muchos aspectos, uno de ellos el de la alimentación, que ha sido y es una condición natural para la supervivencia de todos los seres vivos.

Una de las culturas neolíticas que más influyó en la costa mediterránea fue el pueblo fenicio. Desde el III milenio a.C. los fenicios establecieron relaciones con los egipcios, y a partir del siglo XII a.C. iniciaron su expansión por el mediterráneo dada su pericia de navegantes y habilidad comercial, creando colonias comerciales desde Chipre hasta Sicilia, Malta, Cerdeña, Isla Baleares, Almuñécar, Málaga y Cádiz.

La alimentación de los pueblos Mesopotámicos se caracterizó por su gran abundancia, variedad y preparación, bien entendido que las referencias culinarias se refieren a Templos y Palacios y es posible que no refleje la alimentación del resto del pueblo, aunque dada su condición sedentaria, las familias disponían de parcelaciones agrícolas para su cultivo.

El pan era un alimento de primer orden como lo demuestra la gran variedad y formas que hacían, hasta 300 presentaciones distintas fermentado o ázimo. La leche, aceite y cerveza se usaban mezclado con harina. La cebolla, el ajo y el puerro, así como, las legumbres y las verduras eran de preparación usual. La leche era de consumo diario lo mismo que el derivado lácteo como el queso, hasta 20 clases distintas se han mencionado. Entre los pescados consumían peces de río y de mar, crustáceos, moluscos y langostas. La alimentación cárnica era de cerdo, oveja, cabra y de diferentes aves. Para aderezar los guisos tenían semillas picantes, mostaza y comino. Frutas como manzana, peras, granadas, higos, uvas y uvas desecadas. Finalmente la bebida mas apreciada era la cerveza considerada como la bebida nacional, tanto en los palacios y templos, como por resto de la población. El vino de menor consumo, procedía del norte de Mesopotamia, lugar en donde se hallaban los viñedos y era consumido principalmente por la clase social privilegiada.

La cultura egipcia aporta una cocina en la que los alimentos de más consumo era la carne de buey y aves, que se preparaban en salazón para su conservación. Desde el lado agrícola los egipcios incorporaron los cereales como cebada, trigo, lino y mijo, que se recogía en silos y cada día se apartaba la cantidad necesaria para preparar el pan familiar y la producción de cerveza, considerada como la bebida nacional. Las familias preparaban de manera cotidiana tortas de huevos, procedentes de patos, gansos y ocas, tortas con miel, dátiles, almendras, piñones y semillas de sésamo.

De las hortalizas, la de mayor consumo era la cebolla, además disponían de ajos, pepinos, rábano, puerros, habas y berenjenas. Consumían como ensalada la lechuga aliñada con sal, comino y vinagre. Como frutas consumían sandías y melones.

La alimentación egipcia influyó de manera sustancial en la cultura griega, no obstante, los cocineros griegos principalmente en la era de Pericles, aportaron los asados de carnero, cerdo, ternera y cabra. Además dejan para la posteridad la frase de «poner la mesa» que consistía en unas tablas apoyadas en unos soportes cubiertas con un mantel que, tras finalizar la comida y tertulia se desmontaba.

Como consecuencia del desarrollo económico de Roma, la cocina toma niveles de lujo, que lleva a los comensales a la gula, pues, además de comer exquisiteces como, talón de camello, lengua de flamenco, de grulla, de cigüeña, de cotorra (psittakos), tórtola y pavo real, lo que predominaba en la mesa, que era uno de los muebles más lujoso de la casa, era la cantidad y diversidad de los alimentos.

Conforme de desgasta el Imperio Romano, el lujo y despilfarro, frecuente en esta civilización, se exporta hacia el año 330 después de Cristo a Bizanzio (Estambul), ciudad de un millón de habitante y, con gran prosperidad económica. Los bizantinos cambian costumbres romanas e incorporan a la alimentación sin fin de productos alimenticios. Inventan el uso del tenedor y aportan el huevo hilado, el hojaldre y el arte de picar la carne y sazonarla. Así mismo, tenían debilidad por la lechuga aliñada con aceite de oliva y vinagre, por las coles y los espárragos silvestres que los preparaban con aceite y laurel. Además, dan a conocer platos de alta cocina muy elaborada, como por ejemplo, la sopa vegetal con macarrones, las berenjenas al Imám y el arroz pilaj. Finalmente, la repostería rica y de gran prestigio, se caracteriza por su gran variedad, de la que gran parte de ella actualmente consumimos. Bizcocho redondo y borracho, buñuelos con miel, confituras de membrillo, mermeladas y jaleas de múltiples frutas.

La caída del Imperio Romano empobreció y limitó de manera significativa la alimentación en la Hispania, como consecuencia de desaparecer las comunicaciones, además, las invasiones bárbaras contribuyeron a deteriorar a un más la despensa, quedando relegada a pan, hortalizas, legumbres, leche, queso, cerdo y frutas. Esta despensa se completo con productos como; caña de azúcar, arroz, naranjas amargas, etc, por los árabes afincados en el Al-Andalus (tierra de vándalos en árabe). El vino echa sus raíces en toda la zona costera mediterránea y el consumo de cerveza se hace más continental.

La configuración definitiva de la alimentación actual, nos retrotrae al descubrimiento de América, pues de allí son importados los alimentos como la patata, los pimientos, los tomates, el cacao, el maíz, las alubias etc, que completan la despensa de la Edad Moderna y que los estudiosos hace 25 años definieron como Dieta Mediterránea.
 
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